lunes, 23 de mayo de 2011

Mirar hacia arriba



El médico le había recomendado caminar para recuperar su salud, reducir el colesterol y rebajar kilos. Su vida era sedentaria, de casa a la oficina y siempre en coche.
Tras un amago de infarto decidió hacer caso del médico y tomarse las salidas como una receta médica.
Su mujer le había comentado varias rutas, pero pensó que empezaría dando una vuelta a la manzana y si se veía con ánimo ya pensaría llegar más lejos.
Un lunes a las siete de la tarde empezó su tratamiento. Con un chandal de las rebajas y unas zapatillas, que había estrenado la semana anterior, salió del portal de su casa con resignación y poco entusiasmo.
Apenas había recorrido medio kilómetro cuando se topó con una oveja en el camino, se quedó impactado al encontrársela en medio de la ciudad, era pequeña y estaba acurrucada junto a piedra blanca, pensó que si estaba allí era por algo y continuó su paseo. En cuanto dobló la esquina apareció una cama de plumas y sobre ella había un niño saltando y pensó "mira que bien se lo pasa". Su camino le empezaba a gustar y decidió seguir observando a ver qué descubría. A lo lejos le pareció ver dos señores con batas blancas bastante gruesos que discutían o eso suponían, cuando se acercó se estaban fundiendo en un abrazo, casi no se les distinguía, con ese descomunal tamaño era difícil adivinar quién era quién.
Divertido y alucinando no cesó de caminar, pero comenzó a oscurecer y de repente se quedó con la boca abierta, había descubierto un gran lengua de fuego que se acercaba hacia él, se fijó con más detenimiento y vio como al cabo de los minutos perdía intensidad e iba desapareciendo hasta que se quedó todo oscuro.
Sin duda, salir a pasear le había despertado la imaginación y pensó "me acabo de dar cuenta de que hay muchas cosas en el cielo. Me estaba perdiendo unas historias y sólo tenía que mirar hacia arriba". Desde entonces sale a diario a pasear y cada noche pregunta a su mujer si se ha fijado en la maravilla de la luna que le pide una sonrisa y sin pagar.

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