sábado, 24 de diciembre de 2011

El que se fue a Sevilla perdió su silla






Vivía en Sevilla y pensaba que el dicho 'el que fue a Sevilla perdió su silla' tenía mucho sentido. Notaba que su vida no tenía emoción, trabajaba en la misma empresa desde hacía 13 años, soportaba al mismo jefe durante años y veía las mismas caras cada día. Su vida personal era escasa, tenía amigos pero todos disfrutaban de sus parejas, hijos y lo peor es que se había cansado de salir a tomar copas con los amigos.
Pensaba que los demás habían cogido su silla de la vida y él la había perdido, no sabía dónde ni cuándo, pero era consciente de que su silla estaba en algún lugar y tendría que buscarla para encontrarla.
Un día pensó y "si en vez de ir bailando alrededor de las sillas sin saber cuál será ¿por qué no apuesto por una? Decidió pasar a la acción, aunque muchos le habían dicho que por mucho que hiciera en la vida su suerte no cambiaría porque todo estaba escrito. No necesitó mucho decidirse, se despidió de la empresa en medio de la crisis económica y se fue a buscar suerte a otra ciudad, otro país y otro continente.
Años mas tarde conoció a un sevillano en México y le comentó lo mismo. "El dicho del que se fue a Sevilla perdió su silla me atormentaba porque mi vida en realidad no me gustaba. Menos mal que me decidí a salir de mi casa y en cuanto puse el pié en el suelo comenzaron a llegarme numerosos trabajos y muchas oportunidades. A veces no hay que hacer muchas cosas, sólo el querer hacerlas y el dar el primer paso".