viernes, 24 de junio de 2011

Broma tras broma





Félix era directivo de una empresa informática, siempre mantenía que ir bien vestido no era una opción, sino algo necesario para marcar estilo, ofrecer una seguridad en su empresa y alcanzar contratos millonarios. Su obsesión por la limpieza y el aseo era extremo y nunca se permitía estar despeinado, con la corbata desanudada o con la camisa arrugada. Su mujer sabía cómo era y le dejaba como algo imposible cuando le increpaba cuando ella pretendía darle un achuchón y él le recriminaba que le estropeaba la camisa. 
Durante meses, estuvo preparando la presentación oficial ante todos los medios de comunicación de la cuenta de resultados de su empresa. Un logro muy meritorio en plena crisis económica.
La rueda de prensa comenzaba a las 12 de la mañana y a las 8 de la mañana ya estaba en pié, había salido para hacer footing como todas las mañanas, había disfrutado de un copioso desayuno y de su kiwi para regular su organismo. 
Traje de chaqueta negro impecable, corbata verde rompedora, zapatos italianos y su ipad con toda la documentación que iba a relatar horas después.
A las 12 en punto comenzaba la rueda de prensa y un silencio sepulcral en la sala marcaba el inicio de su gran momento. Apenas llevaba dos minutos hablando cuando sin saber ni cómo ni por qué una flatulencia salió de su cuerpo trajeado. Su rostro cambió, las risas se precipitaron por toda la sala y aunque continuó hablando nadie le prestó atención.
Al día siguiente los titulares fueron los mismos. "Félix González expulsa sus aires cuando informaba sobre su cuenta de resultados".
No sabía qué decir, Félix cayó en una profunda depresión, su carrera había acabado por una simple flatulencia.
Una tarde, cuando se lo contaba a su mujer apenado y angustiado su hija Rocío, de cinco años, le dijo. "Pues Papi te ha pasado como a mi esta mañana en el cole y todos mis compañeros se han reído y yo con ellos. Ha sido lo más divertido de la mañana papi, yo no estoy triste".
La vida es una broma, a veces pesada y otras no, pero una broma para reírte con ella.

martes, 21 de junio de 2011

La herencia de la vida






Pedro se levanta con el despertador de su ipod, desayuna y sigue las noticias desde su ipad por Twiter, en casa juega con su hijo con la play y elige las recetas que va a cocinar en los blogs de internet. La mensajería del whats app le sirve para hablar a diario con sus amigos. Vive en el siglo XXI y las nuevas tecnologías son su vida. Pero su gran pasión es la historia y es especialista en la Edad Media. Una época donde la comunicación era vía oral, la comida se hacía con fuego y cuando no había guerra, la única función que tenían en la vida era cultivar y cazar animales para alimentarse. En aquella época no había seguros, hipotecas, abogados, periodistas o esteticistas. No había ni luz, calefacción, la higiene brillaba por su ausencia,  la moda no existía y el cine no se había inventado.
Pero a medida que Pedro estudiaba más historia le hacía estar más orgulloso de quién es ahora y de la herencia que tiene. Cuando reflexionaba con su amigo Alfredo, no acababa de entenderlo y le comentaba. "No sé de qué te alegras, nada de lo que tenemos ahora lo tenían ellos. Todo esto lo hemos inventado nosotros y ellos vivía de forma muy precaria, no nos han dejado ninguna herencia".
Pedro con gran tranquilidad y media sonrisa en la cara le comentó a Alfredo. "Amigo mío todo se lo debemos a ellos. Nosotros estamos aquí porque ellos existieron. Su mayor herencia es nuestra vida".

domingo, 19 de junio de 2011

Mira bien



Todas las mañanas salía de su casa, se montaba en su coche y abandonaba su barrio. La misma mecánica y los mismos gestos. Se fijaba en la gente que pasaba por su lado y tenía todo controlado. Sabía los horarios de sus vecinos y nunca se le escapaba un detalle. Su vida era muy monótona, del trabajo a casa, pasando por el supermercado. No tenía pareja y ya la había descartado porque pensaba que a estas alturas y con 40 años ya no encontraría a nadie. Un día un amigo fotógrafo le acompañó hasta su casa y al llegar le comentó. "¿Qué árbol es el que tienes delante de tu casa? Esas flores rojas que tiene son impresionantes". Juan no sabía qué decir, nunca se había dado cuenta de ese árbol y pasaba a diario delante de él. Pensaba que todo lo que tenía en su entorno lo tenía controlado y se dio cuenta de que no todo el mundo ve lo mismo. Las oportunidades están ahí fuera y pasan por delante de las personas. La cuestión es abrir los ojos y observar con detalle todo lo que hay alrededor.

martes, 14 de junio de 2011

El máximo placer




Manikanta tenía 28 años, nació en la India, en un suburbio de Delhi. Sus padres habían muerto y a su cargo tenía cinco hermanos. Trabajaba de sol a sol, descalzo y con una camisa raída que intentaba mantener entera. Su mayor tesoro eran sus hermanos y su novia, Nuresvaru, una bella joven por la que se desvivía y se entregaba apasionadamente cuando hacían el amor.
A Richard le faltaban dos años para llegar a la treintena y era el propietario de parte del emporio de su padre. Había perdido la cuenta de los millones que tenía en el banco. Poseía varios coches, dos áticos en Londres, una casa en la Riviera azul y un barco amarrado esperando a sus escapadas. Tenía una novia, pero pasaban por una crisis, ella aseguraba que ya no le apetecía hacer el amor.
Richard y Manikanta eran muy diferentes, vivían en dos mundos separados, pero aunque el inglés podía tener todo lo que quería no había conseguido enamorar a su novia.
Richard viajaba con frecuencia a la India y un día, en uno de sus viajes se encontró a Manikanta quien le llevó hasta el hotel en un rikshaw, en el tradicional transporte indio. Mientras recorrían las calles de Delhi y Manikanta sudaba por el esfuerzo, Richard iba hablando con su novia por el móvil intentando convencerla de que no la dejara.
Estaba desesperado y sabía que a pesar del dinero que tenía no podía hacer nada para conquistarla.
Manikanta no pudo evitar escuchar la conversación y se atrevió a comentarle a Richard. ¿Señor cuándo hacen el amor, siente que no hay nada ni nadie en la habitación, el tiempo se para, pierde la noción del espacio, entra en un momento de excitación que no desea que finalice, pero al mismo tiempo le invade el temor de que va a explotar y fallecer de placer?
Richard no sabía qué contestar, su forma de hacer el amor era más racional, mecánica, duraba unos escasos cinco minutos, incluidos los preliminares, e incluso le daba tiempo a repasar mentalmente la agenda del día siguiente.
Afortunadamente, el máximo placer del ser humano todavía no entiende de clases, poder o experiencia. Da igual si se hace en una cama dos por dos, sobre una piedra o en un pajar. Es indiferente si se tiene más o menos dinero en el banco, si se sabe leer, escribir o se ha tenido suerte en la vida. Hacer el amor es un sentimiento que no se aprende, se siente y se muestra. Quien tenga la suerte de sentirlo en su máxima expresión es la persona más rica del mundo.

domingo, 12 de junio de 2011

Busca tu cebolla

Lloraba cuando la tocaba. A veces su sabor era suave y otras veces fuerte. Su textura era delicada y sus colores oscuro, por fuera con una piel fina y dorada, y blanca y reluciente por dentro. Sus grandes y finas hojas del principio se convertían en pequeñas pero recias en su interior. Retirar las primeras era fácil, prácticamente salían solas, pero las del final costaban más. Era un complemento esencial para la cocina y su uso era diario.
Un día Carlota, mientras deshojaba una cebolla y elaboraba un sofrito para la salsa de sus albóndigas, pensó que su vida tenía mucho que ver con una cebolla. Cada hoja era un recuerdo, una vivencia que iba retirando y si en las primeras apenas notaba nada, a medida que iba avanzando comenzaba a notar un intenso picor en los ojos que le hacía llorar desconsoladamente.
Cada hoja era una relación fallida, una decepción en el camino, un volver a empezar y levantarse del suelo.
La cebolla iba haciéndose cada vez más pequeña y su lloros más intensos hasta que llegó al corazón de la cebolla, tierna, resistente y de un blanco brillante e intenso. Los sucedáneos del amor verdadero habían ido pasando en cada fina hoja, pero al corazón puro y consistente no había llegado. Para alcanzarlo hay que derramar algunas lágrimas, pero solo es cuestión de retirar las hojas que ocultan al verdadero amor.

sábado, 11 de junio de 2011

¿Fondo o forma?



Lola era gordita. Cuando nació era la más admirada del barrio, su madre la paseaba orgullosa y encantada de tener una niña tan lustrosa. Los piropos iban y venían, pero cuando fue haciéndose mayor en el colegio empezó a ser la gordita de la clase. Entonces ya no era tan admirada, sus amigas la criticaban y su madre la apuntó a natación, ballet y atletismo para que comenzara a perder peso.
Lola comenzó a ver que tenía un problema y los complejos empezaron a aparecer.
Su vecina Carla, sin embargo, era muy delgada, extremadamente delgada y cuando nació no era un bebé que llamaba la atención, los cumplidos eran escasos y su madre se obsesionaba porque engordara. Ambas tenían la misma edad y las dos se sentían incómodas con su peso.
Lola era muy sensible y apreciaba mucho la naturaleza, pero su madre le obligaba a realizar ejercicios para adelgazar y no le dejaba pintar, que era lo que más le gustaba. Mientras que a su vecina Carla le apasionaba nadar y su madre le insistía en que se quedara en casa, relajada dibujando para no quemar calorías.
Las dos se sentían incómodas con su modo de vida.
A base de dieta, la gordita consiguió hacerse delgada y la delgada cambió de metabolismo y empezó a engordar. Ambas cambiaron su peso, pero tampoco eran felices. Sin embargo, Lola decidió seguir sus impulsos y continuó pintando a pesar de su madre y se convirtió en una gran restauradora de arte y Carla optó por dejar de hacer una vida sedentaria y creó una escuela de natación y preparar a futuros campeones.
Las dos nacieron con  formas distintas y las cambiaron con el paso de los años, pero sus fondos los mantuvieron desde su nacimiento y fueron los que definirían su forma de vida.
El fondo siempre supera a la forma.

jueves, 9 de junio de 2011

Falsos besos



Marina nació entre algodones, toda su familia se la comía a besos y le mostraban su cariño con muchos abrazos. La pequeña sintió el amor desde que abrió un ojo en este mundo, pero fue haciéndose mayor y fue observando y mirando los comportamientos de los mayores y de la sociedad. Un día su tía le fue a dar un beso en la mejilla y ella dijo "no tita dame dos besos al aire como hacéis los mayores. Yo no sé por qué lo hacéis porque me gusta más en la carita, ¿pero si eres mayor se tienen que dar así no?", preguntó la pequeña.  Su reflexión llegó más lejos y le dijo, "por lo menos los mayores extranjeros no son raros, se dan la mano y fuerte no como en España que se dan besos, pero no se tocan".
Su tía se quedó sorprendida y pensó que su sobrina tenía mucha razón. Las muestras de cariño entre los adultos dejan mucho que desear y hasta un niño pequeño se da cuenta.

miércoles, 8 de junio de 2011

El arte de......



Quedaron a las dos de la tarde en la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Se conocían de referencias, él experto en la materia y ella, siempre intensa y temperamental, llegaban puntuales a la plaza. En un principio conversaban con timidez mientras paseaban, disfrutaban del día. Cada vez más animados decidieron brincar y correr. Él la lanzaba por el aire y ella, divertida, explotaba con una carcajada. Nada ni nadie les importaba, solo querían vivir intensamente porque estaban en el lugar y la hora perfecta y no dudaron en fundirse en un intenso beso que provocó 4.000 chispas. Su relación no había hecho nada más que empezar y su profundo amor se desataba sin freno entrando en un terremoto de furia y pasión que les elevaba a un estado de éxtasis próximo al Nirvana. El maestro pirotécnico lograba en siete minutos fecundar a su mejor hija, la mascletà. Con su eterna amada, la pólvora. 

lunes, 6 de junio de 2011

Tú controlas el tiempo


60 segundos pueden parecer poco tiempo, pero un minuto realizando flexiones llega a ser eterno, al igual que 60 segundos aguantando la respiración. El tiempo es relativo, pero Rocío nunca lograba irse a la cama satisfecha. Aseguraba que le faltaban horas del día para organizar su casa, cuidar de sus hijos, trabajar y sacar algún tiempo para leer y disfrutar del cine que era lo que más le apasionaba. Harta de su vida decidió replantearse el modo de vivir, pero antes pensó visitar uno de sus lugares preferidos y pendientes; los fiordos noruegos.
Llegó a Oslo un tres de junio cuando los días se estiraban como un chicle y el sol permanecía en el cielo hasta medianoche y volvía a lucir a las tres de la madrugada. El tiempo era el mismo, pero en esta ciudad parecía que la vida se alargaba más y en un día había visitado la ópera de Oslo y navegado por los fiordos. Le parecía increíble tener en su cámara 300 fotos hechas en apenas unas horas y a las 22.30 todavía el sol le pedía que aguantara más tiempo despierta. Para ella era la ciudad perfecta porque parecía que todo duraba más tiempo.
Durante su estancia conoció a una joven noruega Dunna y maravillada por los días tan largos con los que disfrutaba le confesó su envidia. La joven extrañada le dijo: "bueno yo hago lo mismo en verano que cuando apenas hay luz en invierno. En estos meses nos pasamos todo el día a oscuras y sólo tenemos durante tres horas una media luz. El tiempo lo manejo a mi antojo y no dependo de en qué momento del día esté y si hay sol o luna. Si te lo propones un minuto puede suponer una hora, o un día un sólo un segundo. La vida es cada segundo repartido a tu gusto".