miércoles, 23 de noviembre de 2011

Yo y el mundo




Julia era una mujer solitaria, segura de sí misma, la llamaban la analógica, vivía sola en un pueblecito de los Pirineos y no tenía ni Facebook ni Twitter. Vivía tranquila con sus plantas, cocinando y leyendo libros apasionadamente. No quería cambiar, pero su hermano mayor le aseguraba que no estaba en el mundo. Él vivía en Madrid, se debía levantar dos horas antes para llegar a su trabajo, viajar en metro rodeado de gente y comer por el camino. Tenía 500 amigos en Facebook y 300 en Twitter, era un apasionado de las redes sociales y no cesaba de anunciar dónde estaba comiendo y qué estaba haciendo. Julia le preguntaba a menudo ¿por qué tienes esa obsesión en tener tantos amigos virtuales y aparentar ser feliz si del primero que tienes que ser amigo eres de ti? Ninguno de ellos se preocupará por ti si un día estás en el paro y ya no eres importante", le comentaba.
Julia sabía que su vida no era la usual, era especial y curiosamente la gente especial es la que triunfa y la que destaca por encima de los demás. Superman, Gandhi, Einstein o Dali, ficción o realidad, todos fueron únicos, todos lucharon por lo que querían y no les importaba si tenían seguidores o eran populares, pero lo fueron.

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